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Queremos compartir con vosotros la tribuna de opinión publicada por Luis Javaloyes, CEO de Agencia Negociadora, en El Confidencial.com

Hablar de cifras de morosidad del sistema financiero español es hablar de cientos de miles de dramas personales y familiares empujados por el desempleo hasta el precipicio de la insolvencia y del embargo de sus bienes hipotecados, que en la inmensa mayoría de los casos corresponde a una vivienda habitual, y principalmente de los segmentos más jóvenes de la población, los más sensibles al mordisco del paro.

Hace no tanto tiempo, se firmaban hipotecas por más del cien por cien del valor de tasación de los inmuebles, en un momento en que dichos valores se sincopaban casi día a día: había que comprar, pensábamos los españolitos de a pie, mejor hoy que mañana. Y había que dar créditos, decidieron los señores banqueros, antes de que el posible cliente se fuera a la sucursal que había (hoy está cerrada) en la esquina.

Además, y como esto era jauja y estábamos en la “champions league” de la economía europea, el círculo era tan virtuoso que parecía de necios no ofrecer créditos y tarjetas para todo, y de pringados el no endeudarse: el valor de los activos inmobiliarios lo podía soportar, y cada entidad quería ser campeona en crédito. Luego vinieron los llantos, los impagos, las urgencias y los agujeros negros en los balances bancarios; o, mejor, los agujeros rojos.

Tan responsable de la situación es la llamada incultura financiera de los españoles como también, por qué no decirlo, la obtusa visión de los responsables comerciales de bancos y cajas, o de lo que ahora queda de ellas. Y lo cierto es que la política crediticia de las entidades de nuestro país ha pasado del todo al nada, perjudicándose a sí mismas con lo primero, y a quienes siempre han sido buenos pagadores, con lo segundo.

Atrapadas en esta realidad están miles de familias que quieren pagar sus créditos y asisten con perplejidad e impotencia a las reiteradas negativas de su director de sucursal, aquel chico o chica tan majos que les daban el dinero como si tuvieran una máquina de hacer billetes en la rebotica, a posibles soluciones a su agobio.

Va para dos años que en Agencia Negociadora presentamos al Gobierno y a los principales partidos políticos un Plan Nacional de Apoyo a la Financiación Familiar que permitiera implantar la figura del Mediador Financiero (figura solicitada también por colectivos como los Registradores de la Propiedad) como experto capaz de asesorar a personas con dificultades financieras pero también a negociar en su nombre con los bancos. Es una actividad (la de la intermediación financiera) madura, legislada y transparente, que ha logrado solucionar la papeleta a miles y miles de familias que no llegaban a fin de mes; a costa, claro está, de alargar el plazo de sus deudas; un coste asumible para quien el largo plazo es el día de 30 de cada mes. Pero sigue siendo, a día de hoy, una opción muy minoritaria por puro desconocimiento de su existencia.

El Gobierno que salga de las urnas el próximo 20 de noviembre tiene ante sí muchas tareas desagradables de tomar e impopulares. Pero tiene también la oportunidad de potenciar fórmulas que han demostrado su buen funcionamiento, y cuya extensión salvará a muchas familias, pero también a numerosas entidades financieras. No olvidemos que casi un 30% de los embargos hipotecarios podían haberse evitado aplicando una negociación de las deudas antes de que fuera demasiado tarde. Y, para muchos, cada vez más, ya es demasiado tarde.

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