13/10/2019, ABC, Laura Montero Carretero.

El prolongado periodo de tipos cero impuesto por el Banco Central Europeo (BCE) para estimular la economía de la zona euro ha sumido a la banca española en la búsqueda permanente de fórmulas que le permitan incrementar su rentabilidad en un entorno cada vez más adverso.

Los bajos márgenes que les reportan las hipotecas variables, referenciadas en su mayoría a un Euribor que ya acumula tres años y ocho meses en tasas negativas –en septiembre se situó en el -0,339% tras marcar en agosto su mínimo histórico– lleva a las entidades financieras que operan en España a volcarse en la concesión de créditos al consumo.

«La rentabilidad que obtienen con los créditos hipotecarios es bajísima, estamos hablando en muchos casos del entorno del 1%, incluso menos. Al tener esta rentabilidad tan baja han buscado un nicho de negocio en los préstamos al consumo, que siempre admiten un precio más alto», asegura Juan Abellán, director del Máster en Banca y Finanzas del IEB.

Y es que, ante la política expansiva del regulador monetario, que se mantendrá al menos hasta 2022, las hipotecas a tipo variable han ganado peso. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en julio de este año se constituyeron 33.344 hipotecas sobre viviendas. El 56,3% de ellas se firmaron a tipo variable y el 43,7% a tipo fijo a pesar del esfuerzo de los bancos de fomentar la contratación de estas últimas.

Así las cosas, el crédito al consumo se ha convertido en un segmento estratégico para las entidades financieras. Las nuevas concesiones cayeron levemente en agosto respecto al mes anterior, un 0,02%, hasta los 187.897 millones. «Los últimos datos de crédito al consumo muestran una importante desaceleración, con crecimientos del 5% anual frente al 20% de hace un año», recuerda José Luis Martínez, portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB). Sin embargo, desde 2015 hasta hoy, el volumen total del crédito vivo para la adquisición de bienes de consumo ha crecido en 36.011 millones de euros, un 61%, hasta situarse en el segundo trimestre del presente ejercicio en 94.946 millones de euros, en máximos de la última década.

Joaquín Robles, analista de XTB, señala que «ahora los bancos tienen una facilidad para el crédito enorme porque el BCE está inyectándoles dinero a unos tipos de interés muy bajos, por lo que están en disposición de prestar todo lo que quieran» y avisa de que «el riesgo es que, en el caso de que las condiciones económicas empeoren, se produzca un aumento de la tasa de morosidad».

Mayor vigilancia

El apetito de los hogares por los préstamos para la compra del coche, electrodomésticos, muebles o viajes es una bomba de oxígeno para los bancos, que están viendo lastrados sus beneficios por las decisiones adoptadas desde Bruselas. Con este tipo de financiación las entidades asumen, eso sí, un mayor riesgo de impago.

Con el fantasma de la desaceleración de fondo y teniendo en cuenta que estos préstamos son los primeros que dejan de pagar los españoles cuando son incapaces de hacer frente a sus deudas, comienza a aflorar el miedo a que se origine una tormenta perfecta. Los créditos morosos concedidos por los bancos alcanzaron el pasado mes de junio los 5.029 millones de euros, la cifra más alta de los últimos seis años.

«La morosidad está aumentando a tasas de dos dígitos y acelerándose, lo que pone de manifiesto una cierta fragilidad de la demanda de crédito», dice el Banco de España en su último Informe de Estabilidad Financiera. No obstante, el organismo presidido por Pablo Hernández de Cos indica que, «de momento, no supone un riesgo para la estabilidad del conjunto del sistema financiero español ni reclama la adopción de medidas macroprudenciales, aunque sí requiere un aumento de la vigilancia en las condiciones de concesión de operaciones crediticias y el seguimiento a las entidades más dinámicas en este segmento».

Desde Agencia Negociadora, firma independiente de intermediación crediticia, advierten del peligro de acumular deudas en crédito al consumo y en otras variantes de crédito, como las tarjetas «revolving» –todas las compras o disposiciones de efectivo que se realizan quedan aplazadas automáticamente– o los minicréditos.

«La avalancha de concesión de crédito que se está produciendo aunado a la falta de criterio a la hora de solicitar algunos de estos productos financieros está provocando un mal endeudamiento que pone en serios problemas de solvencia a las familias», afirma Luis Javaloyes, consejero delegado de Agencia Negociadora, que insiste en una cuestión: «El crédito más fácil de conseguir es el más caro y difícil de devolver». Asimismo, Javaloyes destaca que, en lo que va de año, las operaciones de reunificación de deudas se han incrementado un 35% frente al 20% que subieron en 2018 y el 10% en 2017.

Por su parte, Rolf Cederström, CEO y co-fundador de Pagantis, constata que «estamos presenciando una propagación de tarjetas de crédito potenciada por la incursión de los bancos digitales en el escenario financiero». En este sentido, desde la firma europea especializada en financiación al consumo para e-commerce, observan que «la oferta de tarjetas de crédito es cada vez mayor, los criterios para su concesión son poco rigurosos y supone sin duda un incremento en el riesgo de endeudamiento para los consumidores y en la morosidad de estas nuevas entidades financieras».

Más caro que en Europa

Según los últimos datos publicados por el Banco de España, correspondientes al mes de agosto, el tipo medio de interés que se paga en nuestro país por contratar un préstamo al consumo a amortizar en un plazo de uno a cinco años es del 8,04% frente al 5,09% de media europea, es decir, un 58% más caro –en las operaciones a un plazo inferior a un año, el interés medio a pagar es del 6,15% en la UE y en España del 3,69%–. Países vecinos como Portugal o Italia también presentan una media más baja que España, con un 6,22% y 6,74% respectivamente. En Alemania (4,51%) o Francia (3,77%) la cifra es todavía menor.

«El diferencial de tipo de interés se explica por la mayor morosidad en España y por un mayor coste de financiación de los bancos en los mercados como consecuencia del riesgo país», asegura el portavoz de la AEB.

César Lajud, profesor de Economía en la Universidad Europea, subraya que «son más altos en España porque es mayor la prima de riesgo dado que las familias españolas están más endeudadas que las de su entorno inmediato». Cederström, de Pagantis, apunta también a la «dificultad de acceso a información, que supone una mayor incertidumbre en la concesión de riesgo y que por ende incrementa los tipos de interés», algo que, en su opinión, cambiará con la aplicación de la directiva europea PSD2, que obliga a las entidades financieras a dar acceso a las cuentas de sus clientes, si estos lo autorizan, a terceras empresas (TPPs).

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