07/12/2022, El Economista, Luis Javaloyes

Por fin, después de los tira y afloja habituales en normas de este tipo, se ha suscrito el acuerdo entre el Ministerio de Asuntos Económicos y el sector bancario para aliviar la carga hipotecaria de más de un millón de familias vulnerables o en riesgo de vulnerabilidad por la subida del euríbor, un tercio de los hogares que tienen hipotecas a tipo variable, al menos a priori. Veremos al final cuánta gente se puede acoger a las medidas, que serán bastantes menos de los que lo necesitarían.

Bienvenidos sean los acuerdos para paliar los efectos de la subida de tipos de interés en las hipotecas de las familias vulnerables y potencialmente vulnerables; todo lo que suponga flexibilizar el esfuerzo financiero facilitará el tránsito por una situación de incertidumbre económica. Pero quizás nos obsesionamos con el pago de la hipoteca cuando en muchísimos casos no es el principal problema a la hora de afrontar los gastos financieros mensuales.

La hipoteca no es un problema que hay que resolver, es la base para crear soluciones financieras permanentes. Por eso, creemos que la iniciativa es incompleta, pues solo se ocupa de una parte (la hipoteca) de lo que se destina a pagos financieros. El equilibrio financiero de una familia reside en la relación entre sus ingresos y sus gastos financieros mensuales, y la hipoteca no solo no es el único, sino que, además, no suele ser el más oneroso mes a mes.

Y más, teniendo en cuenta que al incremento de la cuota de la hipoteca hay que sumar el efecto general de la inflación en los gastos corrientes, lo que ha supuesto que miles de familias deban endeudarse para financiar la cesta de la compra o la energía. A lo que se añade la letra del coche o los aplazamientos de tarjetas de crédito. En mi opinión, no importa tanto qué porcentaje de los ingresos se destina a pagar la hipoteca, sino cuánto dinero queda cada mes para el pago de la cuota; sobre todo cuando los ingresos en su conjunto no bastan para atender a tiempo todos los compromisos financieros, hipotecarios o no.

Ahí estaba la oportunidad para haber sacado adelante una iniciativa de gran calado social, al menos informativa, de apoyo al ordenamiento financiero de las familias (incluyendo la hipoteca), porque es donde miles de familias están encontrando una solución cuando el problema es que el largo plazo llegue cada final de mes. Solo una operación que englobe todos los pagos financieros puede resolver los problemas presentes y eliminar las incertidumbres en el futuro, de modo y manera que se pueda afrontar una crisis de manera despejada y con la máxima estabilidad financiera: que es lo que se consigue cuando la suma de los pagos mensuales a entidades de crédito se reduce hasta en un 80%.

La agrupación de créditos es una opción financiera que consiste en agrupar todas las deudas contraídas (créditos, tarjetas, crédito rápido, financieras, etcétera) en un solo préstamo hipotecario. De esta forma, se afronta el pago de una única cuota mensual cuya cuantía será menor a la suma de las diferentes cuotas por separado. Las solicitudes de agrupación de créditos ya venían creciendo desde finales de 2019 por el incremento en el crédito al consumo, pero ahora, con la incertidumbre generada por la situación económica, y después de la pandemita, muchos han optado por esta vía. Estas operaciones agrupan todo tipo de créditos, aunque es muy frecuente que se aplique a clientes endeudados por una o varias tarjetas revolving.

Una operación que englobe todos los pagos financieros resuelve los problemas presentes y elimina las incertidumbres en el futuro

En general se aplica al crédito al consumo y, dentro de éste, sobre todo a aplazamientos de tarjetas de crédito con altos tipos de interés. También es recurrente en aquellos compromisos crediticios cuyo coste es tan elevado que al pasarlo al tipo hipotecario, la carga financiera mensual disminuye muy drásticamente.

Es un mecanismo financiero que da respuesta completa a estas situaciones que no implican consumo de dinero público y que son una verdadera solución para las familias al tiempo que suponen que los bancos amplíen su tipología de negocio con un impacto social muy positivo. Las entidades lo tienen claro.

No es de extrañar, por tanto, que el ratio de conversión de operaciones, esto es, la relación entre las operaciones presentadas y las operaciones de agrupación de deudas aprobadas por las entidades financieras ha crecido un 30% en los últimos seis meses, según nuestros datos. Esto refleja claramente el interés creciente de los bancos por esta solución ante la incertidumbre, en un contexto de alta inflación y descenso en las previsiones de crecimiento de la economía.

El BCE, como es lógico, ha manifestado su preocupación porque las hipotecas que se acojan a lo recogido en el nuevo Código de Buenas prácticas oculten un repunte de la morosidad. Cosa que no sucedería con una operación global de consolidación de deudas, ya que esta vía contribuye a contener la tasa de morosidad del sistema (el cliente paga con más holgura) a la vez que mejoran su rentabilidad (la operación garantiza importantes retornos a la entidad).

Además, permite a las entidades ganar cuota de mercado a costa de la competencia y captar clientes solventes en un momento de incertidumbre y de subida de tipos de interés. Y justo cuando la mitad del nuevo negocio hipotecario procede del robo de operaciones entre entidades, por la vía de la mejora del tipo o de las condiciones generales, pero también por la suscripción de hipotecas con finalidad distinta a la adquisición de vivienda, como son las operaciones de agrupación de créditos.

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