20/06/2021,La Vanguardia, Luis Federico Florio.

Son tiempos de querer gastar y olvidarse de la pandemia. El caldo de cultivo para, eufóricos, pasarse de frenada y acabar cayendo en un endeudamiento excesivo. Del ahorro pandémico, para aquellos que han podido, al eterno problema entre las familias españolas: no saber gestionar los gastos en el presupuesto del hogar.

“La euforia nos puede llevar al Consumo desaforado. Y en España en época de bonanza tendemos a pedir créditos”, alerta Fernando Ariza, director adjunto de Mutualidad de la Abogacía. Se quiere recuperar el tiempo y dejar atrás un desplomedelconsumodel13%por la pandemia, contextualiza, con el peligro de caer en la trampa de “gastar hoy y ya pensar mañana en cómo se devolverá”. Antes de ponerse a derrochar o pedir, la clave es tener visión a largo plazo, porque a pesar de la experiencia del coronavirus, “no hemos interiorizado que puede venir una situación inesperada”, donde los ingresos y gastos que se tienen se convierten en insostenibles. Así, “en las familias no se sabe ni planificar ni prevenir, falta educación financiera”, comenta.

¿Cómo se cae en el error de endeudarse?

Un factor es que tampoco se sabe usar bien la financiación. Por ejemplo, la tarjeta de crédito, una sospechosa habitual. “Debería utilizarse para financiar gastos puntuales, como un ordenador o un electrodoméstico”, expone Javier Mezcua, de HelpMyCash.com. Pero la comodidad del pago a plazos es un arma de doble filo. Lleva a malas prácticas como usarla para los gastos corrientes –la compra semanal, repostar, una cena–, facturas de casa o los caprichos de este verano. Mala jugada: “Lo acabas pagando con intereses de hasta el20%.Unterciodelas situaciones de endeudamiento límite son por las tarjetas de crédito”, dice Pedro Javaloyes, portavoz de Agencia Negociadora, intermediaria hipotecaria especializada en refinanciaciones.

El problema es que al ver que se ha gastado en exceso, muchas veces se da otro paso en la deuda y la gente pide un crédito rápido para cubrir la tarjeta. “Financialo financiado. Y nunca acaba bien”. Habla de varios escalones, cada vez más caros y con menos requisitos: hipoteca, créditos personales del banco, financiación al consumo, tarjetas revolving y microcréditos rápidos. A partir de las revolving “empieza a complicarse la situación, Y quizás se usan estas vías para cosas de las que podemos prescindir”. Porque se salta de interesesdel1% en vivienda al 2.000%de los últimos. “Cuanto más fácil es conseguir el dinero, más caro es de devolver”, expone Javaloyes. Una espiral en la que se acaba “con hasta 25 financiaciones”. “Se llega a situaciones tan extremas que no sabes lo que debes ni a quién”.

Para no convertirse en otro caso límite, hay que ponerse en lo peor y ver cuánto podríamos gastar o cubrir de deuda sin ingresar nada, como en una pérdida de empleo, recomienda Ariza. También “marcar Límites a los gastos a los que se pueda hacer frente a futuro” y crearse “retos de ahorro”, reservando parte de la nómina nada más cobrarla para aumentar el colchón cuando se caiga en situaciones imprevistas. Hay más trucos para evitar arruinarse. Si se paga con crédito, se puede ir al cajero y sacar la misma cantidad de la cuenta y meterlo en un sobre, para ingresarlo a final de mes y no tener problemas con el pago. También buscar si hay alternativas más baratas, como préstamos preconcedidos, e intentar devolverlo en un corto plazo para no eternizar los impuestos, sobre todo sin pasar la vida útil del producto, porque se seguiría pagando cuando deje de servirnos, comenta Mezcua. Otra clave es nunca dedicar más del 35% de los ingresos a deudas. “Antes de pagar a crédito hay que valorar si el sobrecoste merece la pena, si podemos asumir la deuda y reembolsar el dinero”, apunta. Incluso se puede contar hasta diez antes de darse un capricho para no caer en tentaciones y gastos innecesarios, añaden desde Agencia Negociadora, donde detallan que las refinanciaciones han subido un 35%el último año.

Todo suena muy básico, pero en la práctica se olvida. Como los costes por la mora en la devolución, que pueden hacer más grande la bola y no se suelen vigilar. Deuda que llama a más deuda. “A las empresas las obligamos a ser solventes, ¿por qué no a las familias?”, reflexión Ariza

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